No sólo podemos vernos afectados respecto a nuestros datos personales, sino también en cuanto a nuestras conversaciones más privadas, en las cuales podemos quedar comprometidos, o nuestros secretos desvelados. Veamos las implicaciones.
Jaime Sánchez y Pablo San Emerterio, ingenieros españoles han demostrado que no hacen falta excesivos conocimientos informáticos para interceptar conversaciones personales de la famosa plataforma de mensajería instantánea. Y es que parece ser que es muy posible suplantar inclusive la personalidad de los interlocutores. Es decir, que no se trata de un «pinchazo telefónico» a antigua usanza, como lo visto en las películas thriller, sino que en este caso supone una captura y posible manipulación del contenido del mensaje. Esto supone que un tercero puede poner en nuestra boca palabras que no queremos transmitir. Y todo ello con la implicación legal que ello conlleva, pues recordamos que los tan versátiles whatsapp han sido presentados como prueba en algunos procesos judiciales.
El mensaje (con datos personales, opiniones, fotos, a veces contraseñas, etc.) que sale de nuestro teléfono es validado por cuatro sistemas de contraseñas que en este «experimento» han sido vulnerados. De tal manera que antes de ser liberado nuestro mensaje en el receptor deseado este ha podido ser leído, modificado o cambiado el teléfono desde el que se emite. Y no es posible detectar esta suplantación de persona, ya que WhatsApp no almacena datos personales ni conversaciones en sus servidores.
El propio Jan Koum, fundador del sistema de mensajería, ha declarado que este sistema de hackeo no había comprometido la seguridad de sus servidores ya que el mensaje se modifica al llegar al teléfono receptor y que la seguridad en WhatsApp es prioritaria. Importante resulta que pongan manos a la obra en arreglar esta grieta en la seguridad puesto que al día se envían la friolera de 64 mil millones de mensajes privados por este medio de comunicación.